1. Las 12 Noches Santas: PISCIS. Conexión con nuestra Alma

Este año, hemos vivido todos una gran transformación.

En los años anteriores, muchos de nosotros hemos ido haciendo un trabajo de autoconocimiento, de búsqueda de nuestro sentido de vida, realizando día tras día un trabajo de transmutación y transformación.

Los movimientos y orden Planetarios ya nos anunciaban que nos aproximábamos a momentos importantes y decisivos para la humanidad. El momento de empezar a vivir la vida de manera más consciente, de empezar a recuperar valores olvidados en la infancia llegó.

Este ha sido un año de cerrar una puerta a una era que ya cumplió su propósito y de abrir otra a un nuevo ciclo.
Sin embargo, saltar sin red hacia lo desconocido, nos asusta. La incertidumbre de no saber hacia donde vamos puede causarnos temor.

Mas si lo contemplamos como una gran oportunidad de renacer, de descubrir nuevas maneras de trabajar, en muchos casos de retomar nuestro sentido de vida, de volver a valorar lo que de verdad importa, esto puede ser esa gran oportunidad que todos anhelábamos de vivir nuestros sueños y anhelos.

Son tantas las enseñanzas que podemos sacar de este año que ya termina, que quizás este período de Navidad, pueda ser un gran nacimiento en cada uno de nosotros.

Cada año, el período del Solsticio de invierno, nos invita a esa introspección que podemos observar en toda la Naturaleza.

Son las noches más oscuras del año, sin embargo contienen el germen de la Luz que expresada en una Natividad, dará comienzo al nuevo ciclo, en el que el Sol, nuevamente, volverá a iluminar cada vez más horas.

Este año os invito a que juntos hagamos el trabajo de transmutación de la Oscuridad a la Luz.

En los cátaros y en otras escuelas como la Antroposofía, se contemplan doce noches de especial trascendencia.

Es un año, doce meses, en estas doce noches que van del 24 de diciembre al 6 de enero. Cada una de estas noches contiene la semilla para el mes correspondiente a los doce meses astrológicos. En cada uno de los signos del zodiaco se encuentra uno de los doce portales del alma, los doce portales que ha de recorrer el iniciado en su evolución hacia la completitud.

Cuando vamos interiorizando cada aspecto de los 12 signos zodiacales, que se repiten en los 12 discípulos, en los 12 caballeros de la tabla redonda, son los 12 pétalos del loto del corazón.

Éstos van desplegándose a medida que vamos conquistando e integrando su cualidad en nosotros, que podemos hacer, mediante un trabajo interior, en una vida o quizás en varias. Aprovechemos estos momentos energéticos que nos traen estas doce noches para desplegar nuestra totalidad, el hombre realizado, en estos doce portales.

En estas noches tan especiales, cuando se viven con conciencia, realmente se abren puertas, puertas que nos pueden llevar a la comunicación más consciente con los Seres Espirituales, Ángeles y Seres de Luz, pues están más presentes y cerca.
Para ello es imprescindible vivirlo en silencio, en soledad, en recogimiento, tal y como hace la Naturaleza si la observamos y seguimos sus ritmos.

Ponernos una hora y cada día, encender una vela, un incienso, poner una música que eleva y estar en recogimiento, harán que podamos percibir con mayor claridad. Cada día vamos a meditar un tiempo sobre la energía que nos aporta el zodiaco en nosotros, en nuestro camino, a lo largo del año.

Comencemos en la Noche Santa del 24 de diciembre integrando la energía de Piscis.

En la noche del 24 de diciembre se rememora o celebra el nacimiento de Jesús.
Ese es un nacimiento que se da en nosotros, como humanos.

En el signo de Piscis vemos dos peces unidos por un hilo, un pez pequeño y otro más grande. El pez pequeño representa a la personalidad en su triplicidad, física, emocional y mental, el pez grande representa al Alma. Al principio el pez pequeño actúa desde su propia naturaleza, pero a medida que vamos evolucionando y avanzando en nuestro camino iniciático, el Alma va tomando el control, hasta que llega el momento en el que el pez grande se traga al pequeño.

En ese momento el cuerpo físico, emocional y mental es el instrumento del Alma, para que ésta se desarrolle en la materia.

En este momento podemos hacer el siguiente trabajo de alineación, para que los doce pétalos del corazón, que están al su vez representados en otro corazón en la cabeza y en el loto del Alma por encima de ésta, se desplieguen y seamos nuestra Alma actuando en la materia a través de nuestro vehículo físico-etérico, emocional y mental.

Comencemos:

Encendemos una vela en representación de la Luz que habita en nosotros, en nuestro corazón y unimos nuestras manos a la altura del corazón.

Traemos nuestra conciencia al aquí y al ahora, al tiempo que respiramos esa Luz de esa vela llevándola al centro de nuestro corazón.

La anclamos en el centro de nuestro corazón y la expandimos, evocando en nosotros una emoción de amor incondicional, pensemos en esas personas a las que amamos, quizás un niño o nuestra mascota y permitamos que esa energía de amor llene nuestro Ser.

Ahora proyectamos es Luz del corazón hacia nuestras manos unificando nuestro sentir con nuestras manos y nos proponemos que nuestras manos sean la expresión del amor en todos nuestros actos, que todo aquello que realicemos sea siempre desde el amor del corazón. Ahora llevamos nuestras manos, uniendo en un hilo de Luz desde el corazón, hacia arriba y las colocamos en nuestra coronilla, en nuestro séptimo Chakra, unificando nuestro corazón a través de las manos con nuestra cabeza, con nuestros pensamientos, para que nuestra actividad mental esté unida con nuestras emociones y nuestros actos. Ahora levantamos las manos por encima de nuestra cabeza y llevamos el hilo de Luz hacia el Alma, y nos conectamos con nuestra Alma, con el Loto de doce pétalos.

En el centro del Loto se encuentra una Joya de una hermosa belleza, la Joya en el Loto y desde ella bajamos nuestras manos en un cordón de Luz de nuevo hacia nuestra cabeza, donde se ancla en el centro de nuestra cabeza.
Que nuestros pensamientos, nuestra actividad mental sea el vehículo del Alma.
Llevamos de nuevo las manos hacia el corazón y anclamos el cordón de Luz en el centro del corazón, el hilo que nos conecta a la vida para que el Alma pueda expresarse.
Y de nuevo proyectamos la Luz hacia nuestras manos para que sean el vehículo físico, la acción de nuestra Alma en la Tierra. Que hagamos lo que hemos venido a hacer en esta encarnación.
Hagámonos el propósito de que nuestros actos cada día sean para cumplir con nuestra misión de vida.
Llevamos las manos hacia nuestro corazón y colocamos en nuestro corazón a nosotros mismos como si fuéramos ese recién nacido, con toda la Luz del Alma y nos envolvemos en amor y desde ese amor lo irradiamos hacia todo lo que nos rodea, hacia toda la humanidad.
Celebremos ese nacimiento en nosotros de ese Cristo que ha de manifestarse en la Tierra.